martes, 29 de mayo de 2007

¿CONSERVACIÓN O NEGOCIO?






Actualmente las cuevas más importantes del arte paleolítico han abandonado las visitas guiadas para dar paso a la era de los museos, réplicas y centros de investigación. En el año 2001, Altamira cerró sus puertas a los visitantes para abrírselas a un gran complejo museístico en el que se pueden contemplar réplicas prácticamente exactas a las del contenido de la caverna, aunque realizadas por artistas posiblemente conocidos y donde la antigüedad de los restos es más actual. A pesar de esto, los restos de pinturas, utensilios, huesos y todo tipo de armas originales se pueden contemplar allí.

Del mismo modo ocurrió en Francia con Lascaux, donde se han restringido los accesos y sólo se permite visitar dos galerías. A pesar de esto Tito Bustillo, que se encuentra en el mismo escalafón artístico que ésta aún, no cuenta con una infraestructura museística. A pesar de ello el proyecto ya está en marcha, aunque son muchos quienes no lo apoyan y lo critican, pues no comprenden que la presencia humana daña gravemente el interior de la cueva. Ellos sólo insisten en que la originalidad está por encima de todo, y una réplica no puede sustituir esa majestuosidad.

Es cierto que la originalidad debería estar por encima de todo, pero el hombre no puede acabar con una obra de arte porque si. En el caso de Tito Bustillo la habilitación turística se lleva a cabo desde 1970 y la cueva recibe una media de 40.000 visitantes al año, con un máximo en los meses de Julio y Agosto. Los visitantes alteran los parámetros medioambientales de la cueva, la humedad relativa, la concentración de dióxido de carbono, así como la temperatura de la roca. La iluminación artificial también contribuye al aumento de la temperatura y en las rocas aparecen algas verdaceas. Estos efectos son directamente proporcionales al número de visitantes y se aprecian claras diferencias entre los días de alta y baja visitabilidad.

No se puede someter a una cueva a estos altos grados de degradación, no sólo a causa de la masiva afluencia de visitantes sino también en muchos casos a su pésimo comportamiento en el interior de las grutas.

Por su parte, las réplicas y museos dan a conocer lo que hay en la cueva y mantiene a la misma dentro de los niveles óptimos de conservación al reducirse el número de visitantes. Además, las experiencias llevadas a cabo en otros yacimientos paleolíticos de este tipo han dado un buen resultado: los visitantes han conocido y disfrutado del arte paleolítico igualmente que si recorrieran el interior de las grutas, pues además de contar con esos utensilios antiguos las infraestructuras se apoyan con material audiovisual, fotográfico y explicativo del que se carece en los monumentos originales. Tecnología y antigüedad se mezclan en estos espacios donde lo más importante es el visitante.


Lucía Hernández Crespo

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